Desde hace siglos nuestros antepasados han modelado la tierra en la que vivimos, dando forma al paisaje con sus manos, manejando el ganado y cultivando la tierra. En la actualidad la mayoría de actividades que realizaban, respetuosas con el medio al que si dañaban también se dañaban a ellos mismos, y creando multitud de ecosistemas y de nichos ecológicos, de los que se aprovechaban y se siguen aprovechando gran cantidad de seres vivos, tanto animales como plantas; se han ido desplazando por otras más productivas para este sistema en el que la agricultura y la ganadería se asemeja más a la industria, y en el que solo se mira la producción a corto plazo, sin importar la conservación de los recursos y de la diversidad, tan beneficiosa para el hombre de campo.
De estos recursos, que aparte de sacar provecho los lugareños, también lo sacan especies silvestres, una de las más características en esta parte del mundo, es el aprovechamiento forestal de los bosques de ribera, en forma de árboles trasmochos, sobre todo en nuestras latitudes chopos y sargas. Estos árboles generaban multitud de recursos a la gente (leña para calentarse al invierno, vigas para la construcción, comida y sombra para el ganado...) y a la madre natura creando ecosistemas y nichos en los que encuentran refugio multitud de seres vivos, algunos de ellos escasos y otros no tan escasos aunque si a nuestras latitudes, al ser de los pocos árboles viejos, con madera muerta, huecos oscuros y húmedos o secos que tenemos en esta parte de Teruel, tan escasa en bosques y arboledas.
Estos árboles normalmente se plantaban en zonas húmedas, en torno a acequias, a lo largo de ríos y riachuelos, en los lindes de los campos. Son árboles que tienen propietario, al ser antaño un recurso importante, llegaba el gacho, metía una rama de otro chopo (clones) en terreno fresco, que gracias a la humedad, echaba raíces, y ese árbol aunque no estuviera en terreno propio, ya era suyo.
Este árbol, con las respectivas podas se convertía en un chopo cabecero, un árbol, que con los años, tras la extracción de su madera, no había que estar vigilando que no le llegará el diente del ganado. Una gozada de recurso que venimos empleando desde que en el neolítico, le cayera un rayo a uno de estos árboles, o lo partiera el viento y rechitara vigorosamente de la zona partida, pudiendo aprovechar el resto.
En la actualidad la madera no vale dinero, la mayoría de casas se construyen con vigas de hierro o de hormigón, se calientan con gasoil, las ovejas comen camperina y los pájaros no le importan a nadie. Por lo que estos viejos árboles, tan importantes en otros tiempos están olvidados, la mayoría han perdido el turno de poda y se empiezan a secar por las puntas, o sus vigas pesadas caen al suelo con el viento acabando por secarse, eso si no se los ha llevado alguna concentración parcelaria por el camino o si no se han cortado al impedir el paso de la maquinaria pesada.
Pese a esto, todavía queda o quedamos gente que sabemos valorar lo que la naturaleza nos ofrece y creemos que en lugar de explotarla, deberíamos establecer una simbiosis con ella, para poder salir todos bien parados.
Hace algunos fines de semana, hablamos con el propietario de 11 de estos árboles en nuestro pueblo, Fuentes Calientes, son chopos jóvenes que solo se escamondaron una vez hace como mínimos 25 años, teniendo unas vigas de considerable tamaño, y decidimos comenzar a escamondarlos, realizando la escamonda de 4 de estos árboles, os dejo alguna imagen y vídeo de este día.
El antes (al verano) |
El durante
El después |
Besos y abrazos