Hace unos días,
decidimos subir al ibon de Estanes con unos amigos del altiplano turolense.
Total que subieron el viernes a Huesca, cerveceamos un poco por la noche, y por
la mañana después de estar mandando
callar al despertador unas
cuantas veces sonó el Kíkiriki de un gallo por toda la casa, era la alarma de
Ignan, y no nos quedó otra que
levantarnos.
Y tras cargar
las pilas con un buen almuerzo, y las mochilas de abundantes víveres, por si
nos perdíamos, o por si nos caía una tormenta de nieve o nos atacaban los pumas
o algún bárbaro y nos teníamos que esconder en una cueva mucho tiempo,
emprendimos el viaje.
Llegamos a Canfranc sobre las 12, decidimos
hacer una parada para ver la estación, y nada más bajar del coche nos llevamos
la primera sorpresa, al mirar al cauce
del Aragón; yo estaba despistado y oí a David – hay un bicho que no para de
entrar y salir del agua- me asomé y… ¡Mirlo acuático! No sé si esta especie es muy abundante por estos
ríos pirenaicos, pero era la primera vez
que lo veía y me lleve una grata sorpresa.
Mirlo acuático, Cinclus cinclus |
Después de hacerle un reportaje fotográfico, volvimos al coche y nos
dirigimos a la frontera francesa, pasamos Candanchú, y en no más de 10 minutos
ya estábamos aparcando el coche, (decidimos subir por la ruta que sale del
aparcamiento de Sansanet (Francia), ya que alguno ya la conocíamos, -dejamos la
del valle de los Sarrios para otro día-).
Aparcando en Sansanet |
Cartel informativo en el aparcameinto |
El primer
tramo de subida atraviesa un precioso hayedo-abetal, que te sumerge en un mundo
mágico, nos recordó a cuando los antiguos druidas se reunían bajo estos majestuosos árboles
para hacer sus hechizos y sus ofrendas a
los dioses, y por eso nada más acabar el hayedo y entrar en las praderas de
alta montaña decidimos comer – no fuera a ser que nos entrara alguna maldición
por comer en terreno sagrado- jijiji.
Después de reponer fuerzas decidimos
continuar el camino, y ya que ahora era todo pradera atravesada por un pequeño
riachuelo, algunos de nosotros decidimos entrar en contacto con la naturaleza y
acabar de realizar el recorrido descalzos,
metiendo de vez en cuando los pies unos segundos en las aguas heladas.
Aún no habíamos andado casi
cuando alguien dijo - ¿qué pájaro es ese?-
¿un cernícalo? Respondí, -no ese no el que hay más arriba- ¡Un quebratahuesos! Pero estaba muy alto y lo
vimos mal.
Continuamos
ascendiendo, disfrutando del paisaje y de la compañía y haciendo un poco el
gaire, dejándonos rodar por la verde y
empinada ladera que acababa en la orilla del lago.
Jaiver rodando |
Una vez en la orilla del
lago mi hermano y yo decidimos darnos un chapuzón de segundo y medio, pues el
agua estaba chelada -como dicen aquí-. Luego y después de seguir haciendo el gaire -le pusimos una piedra a Nacho a modo Obelix-,
Ignan el barbaro |
y
descansar un poco a la orilla del ibón, decidimos bajar. Al bajar (también por
la orilla del riachuelo, en vez de por el camino-somos unos rebeldes-) pudimos
ver un joven tritón pirenaico, y una rana pirenaica, aunque de esto no pude
echar fotos, me quede sin batería.
Foto equipo |
Ha sido la primera ,espero, de muchas excursiones que hagamos en compañía.
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