Para ver a un duende, lo primero que tienes
que hacer es buscar un rincón tranquilo en el bosque, entre viejos árboles, sentarte en el suelo, cerrar los ojos, y esperar un momento, si tienes un
poco de suerte y de paciencia, el duende aparecerá.
Cuando empieces a oír un
agudo “tuiiiiiit” es que ya está ahí, ya lo has oído, ahora lo difícil es verlo.
Sargas trasmochas (Salix alba) |
Chopos cabeceros (Populus nigra)
Tienes que estar atento, pues se mueve rápido de él tronco de un árbol a
otro, de arriba abajo, cambiando de rama, e inspeccionando cada grieta de la
corteza en busca de bichillos.
Bueno, el
duendecillo de los árboles es el agateador común (Certhia brachydactyla), un
pajarillo diminuto, insectívoro y forestal, que prospecta constantemente los
troncos de los árboles de los que extrae el alimento, con su pico fino, largo y
curvo.
Su plumaje
resulta muy críptico. El dorso y las alas del agateador común muestran un mosaico
de colores marrones-castaños de diferentes intensidades, salpicado con motas
más claras, grises o crema. Las partes inferiores de su cuerpo, por el
contrario, son de color blancuzco. La cola, nos recuerda a la de los pájaros
carpinteros pero en miniatura; larga,
parda y se compone de plumas con el raquis grueso y libre de barbas en su
extremo distal, y le sirve de apoyo, cuando va trepando por los árboles.
Este, con mucha dificultad, lo he podido fotografiar esta mañana, en las fuentes, mientras gateaba por los robustos y agrietados troncos de las sargas y los chopos cabeceros. Este pequeño pájaro es otro de los muchos seres que se beneficia de estos árboles trasmochos. Si queremos seguir viendo al pequeño duende tenemos que conservar los ancianos cabeceros.
Salu2
No hay comentarios:
Publicar un comentario