Traducir la pagina

martes, 9 de octubre de 2012

Por el ibón de Estanes



 Hace unos días, decidimos subir al ibon de Estanes con unos amigos del altiplano turolense.

 Total que subieron el viernes a Huesca, cerveceamos un poco por la noche, y por la mañana después de estar mandando  callar al despertador  unas cuantas veces sonó el Kíkiriki de un gallo por toda la casa, era la alarma de Ignan, y no nos quedó  otra que levantarnos.

Y tras cargar las pilas con un buen almuerzo, y las mochilas de abundantes víveres, por si nos perdíamos, o por si nos caía una tormenta de nieve o nos atacaban los pumas o algún bárbaro y nos teníamos que esconder en una cueva mucho tiempo, emprendimos el viaje.

Llegamos a Canfranc sobre las 12, decidimos hacer una parada para ver la estación, y nada más bajar del coche nos llevamos la primera sorpresa,  al mirar al cauce del Aragón; yo estaba despistado y oí a David – hay un bicho que no para de entrar y salir del agua- me asomé y… ¡Mirlo acuático! No sé  si esta especie es muy abundante por estos ríos  pirenaicos, pero era la primera vez que lo veía y me lleve una grata sorpresa. 

                                                     









Mirlo acuático, Cinclus cinclus



  Después de hacerle un reportaje fotográfico, volvimos al coche y nos dirigimos a la frontera francesa, pasamos Candanchú, y en no más de 10 minutos ya estábamos aparcando el coche, (decidimos subir por la ruta que sale del aparcamiento de Sansanet (Francia), ya que alguno ya la conocíamos, -dejamos la del valle de los Sarrios para otro día-).


Aparcando en Sansanet

Cartel informativo en el aparcameinto








El primer tramo de subida atraviesa un precioso hayedo-abetal, que te sumerge en un mundo mágico, nos recordó a cuando los antiguos druidas  se reunían bajo estos majestuosos árboles para hacer sus hechizos  y sus ofrendas a los dioses, y por eso nada más acabar el hayedo y entrar en las praderas de alta montaña decidimos comer – no fuera a ser que nos entrara alguna maldición por comer en terreno sagrado- jijiji. 


















Después de reponer fuerzas decidimos continuar el camino, y ya que ahora era todo pradera atravesada por un pequeño riachuelo, algunos de nosotros decidimos entrar en contacto con la naturaleza y acabar de realizar el recorrido descalzos,  metiendo de vez en cuando los pies unos segundos en las aguas heladas. 












Aún no habíamos andado casi cuando alguien dijo - ¿qué pájaro es ese?-  ¿un cernícalo? Respondí, -no ese no el que hay más arriba-  ¡Un quebratahuesos! Pero estaba muy alto y lo vimos mal.
Continuamos ascendiendo, disfrutando del paisaje y de la compañía y haciendo un poco el gaire, dejándonos rodar  por la verde y empinada ladera que acababa en la orilla del lago.





Jaiver rodando




 Una vez en la orilla del lago mi hermano y yo decidimos darnos un chapuzón de segundo y medio, pues el agua estaba chelada -como dicen aquí-. Luego y después de  seguir haciendo el gaire -le pusimos  una piedra a Nacho a modo Obelix-,


Ignan el barbaro









 y descansar un poco a la orilla del ibón, decidimos bajar. Al bajar (también por la orilla del riachuelo, en vez de por el camino-somos unos rebeldes-) pudimos ver un joven tritón pirenaico, y una rana pirenaica, aunque de esto no pude echar fotos, me quede sin batería.



Foto equipo


 Ha sido la primera ,espero, de  muchas excursiones que hagamos en compañía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario