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lunes, 22 de abril de 2013

Elegía a la abubilla atropellada



   Recién llegada de África, tras un largo viaje de unos miles de kilómetros, desde las sabanas del Serengeti, hasta las afueras del pequeño pueblo de Visiedo. Llegaste aquí un año más para engendrar a tu prole y llenarnos el campo de mariposas punkys, con alas blancas y negras.
  Pero ocurrió lo peor, la tragedia; las sofisticadas máquinas de este al que llaman el primer mundo no se percataron de tu presencia y sin escalofrío alguno, te arrollaron  contra el asfalto, en el que lloraste tu última gota de sangre. Tu cresta se erizó ante el desprecio por la vida que tenían aquellos seres que conducían el automóvil, algunas de tus plumas, arrancadas por el impacto, ascendieron por el pequeño torbellino que se creo con este. Y allí se quedo tu cuerpo sin vida, inerte en mitad del firme, en señal de indignación.




   Para esta pobre abubilla esta ha sido su última primavera. Coincidió con el día de la mancomunidad del Altiplano, que se celebró en Argente, el trasiego de coches  fue elevado.
   Con un poco de precaución al volante, y sobretodo sin excederse de velocidad estas cosas se pueden evitar.


Salu2

Dario y Olmo 



1 comentario:

  1. No nos damos cuenta, pero las carreteras son larguísimas trampas para la vida. Otras de las muchas que les presentamos.

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